martes, 25 de agosto de 2015

SERGIO MARCHI: DE LOS ORÍGENES DE BS. AS. Y EL MALDONADO (II)

(CONTINUA DE PUBLICACIÓN ANTERIOR)


Las posibilidades se bifurcan de acuerdo a quien hubiese encontrado a la Maldonado cuando reanudó su viaje. Pero todo terminaba de igual manera: encarcelada por aquellos que salieron a buscarla, o bien por haberse encontrado con los indios quienes la habrían acogido en la tribu, o por haber desobedecido las órdenes de Pedro de Mendoza de no traspasar el perímetro. El castigo fue atarla a un árbol y abandonarla a su suerte. Fueron tres días interminables para la Maldonado, que padeció una suerte de crucifixión a la criolla. Pero las cosas empeoraron aun más cuando un puma se acercó a ella con ánimo alimenticio. Fue entonces que, de las sombras, la puma a la que ella había ayudado, seguida por sus cachorros, salió en su defensa y no permitió que el otro animal se le acercase. Hubo una feroz batalla entre ambos, y cuando surgió un vencedor, la Maldonado pensó que el final había llegado, porque la bestia se le acercó sigilosamente. Esperaba un salto y unas garras que la partieran en dos, pero sintió que el puma le lamía los pies.

El felino se quedó a su lado hasta que una patrulla de soldados fue a ver qué había sido de su suerte, pensando que en verdad podrían comer sus restos. Gran susto se pegaron cuando encontraron al puma custodiando a la cautiva. La Maldonado ya había muerto, pero tuvieron que matar al puma para poder comprobarlo. Otras narraciones dicen que la expedición disparó al aire para ahuyentar al animal y poner fin a la agonía de la mujer; cuando lo hicieron, un aullido desgarrador del puma hizo un tajo al aire. Y también se dice que, habiendo sobrevivido tan dura pena, y con un hecho sobrenatural como la presencia del puma, los soldados la desataron y la dejaron volver al perímetro, pensando que ya había purgado su falta.

Es curioso pero la Maldonado y Buenos Aires compartieron suerte: ambas fueron abandonadas. La primera atada a un árbol; la segunda, cuando Pedro de Mendoza murió de sífilis y la expedición decidió remontar el río Paraná hacia Asunción, donde la situación era mucho más benigna, con una indiada más sumisa y mayor cercanía a la ciudad de Lima, la verdadera "reina de la plata". Prendieron fuego a lo que había y se tomaron el buque, literalmente. La historia de la Maldonado aconteció cerca de un curso de agua al que ella seguía para no deshidratarse. Su leyenda fue contada generación tras generación. Cuando la ciudad de Buenos Aires comenzó a tomar forma real, varios siglos después, el arroyo recibió el nombre de Maldonado en su honor.

                                                                          fragmento de "Pappo. el hombre suburbano". planeta. bs. as. 2011

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